Solo lo sé...

Uno puede releer un libro,

pero cuando un pullover está terminado

no se puede repetirlo sin escándalo.

Julio Cortázar

Llegar. ¿Llegar a donde? Llegar a donde nadie puede llegar. La soledad no me viene en gracia. Busco puertas. Unas más que otras. Si busco gente encuentro cosas. Unas menos que otras. Siempre hay dos o más. Una, puede ser que alguna vez este ahí. Ahí no más. Y que no la veas. Otra, la ves pero tiene llave. Las otras siempre abiertas. No hace falta romper. Solo llegas a lugares inciertos. No hace falta entrar tan fácil. Hace falta saber mirar. Puertas. Puertas que dejé atrás. Que en algún momento abrí. Puertas con una sola dirección. Dicen que no hay retorno. Pero no estoy seguro. En definitiva, como dijo un primo, (o una prima, o puede ser también un tío… un pariente, bah) la historia no cambia si no elegís otra puerta. Pero puede cambiar en cualquier sentido. Las abiertas de par en par son aburridas. Las cerradas no se ven. Moviendo una mano se puede entrar. Con los ojos cerrados. Lentes obscuros. Si no hay fuerza para sacarlos no voy a encontrar la forma. Si me los saco puede que me enceguezca y no vea las puertas. Una va a la felicidad y la otra a la tristeza. Como si fuese tan tajante. Como si tajearse fuera divertido. Como si sangrar sin sangre fuese otra puerta. Como si la sangre me dijera que estoy vivo. Como si el dolor nunca fuese cierto. Como si las puertas que busco chocaran con mi cabeza. Puertas. Puertas que van a ningún lugar. Como si ningún lugar fuera algo cierto. Como si se pudiera llegar a algún lugar.

Crepito.

 
Creative Commons License