Extraña forma de no formar parte de ninguna cosa

“No creo que nadie haya menos propenso que yo

a alejarse de los severos límites de la verdad”

Edgar Allan Poe

Solo sabía que lo esperaba sentado, cuando se desconecto del lugar. Salió sin pensar hacia donde. Esperó sin respuesta y, desesperado, rompió en llanto. Cinco años más y no vuelve a llorar. Ella ya no estaba. Él nunca lo supo. Miro a un costado y se acordó. Miro al otro y se olvido. Si mira hacia atrás, no lo entiende. Si mira hacia delante, tiene la sensación de que si. Pero, ¿Cómo saberlo? A veces se siente con suerte y va hasta el fondo. Una luz tenue. Un farol apagado. La llama ya no está. Se apagó hace poco tiempo. En el sillón de mimbre, una señora adolescente. Como si no estuviera. Habla un idioma que no entiendo. ¿O es que no puedo pronunciar palabra alguna? La forma de no formar parte es no hablar. ¿Es eso? ¿O hablar demasiado? Alguna vez pudo comunicarse, ahora no. Suele cambiar de idioma muy fácil. Pero se olvida del anterior. Tiene panza. Tiene algo dentro. No entiendo. No parece gorda. No parece grande. Es solo una niña. Es solo un niño. Sola. Solos. Pero siempre hay una pared. Tantas veces de ladrillo que no se anima a probar más. Sus gritos no suenan, su llanto no se ve y su mirada pasa inadvertida. Cualquiera puede saber cómo reaccionar. Menos él.

Crepito

 
Creative Commons License