Las cosas por su nombre

“En eso radica tu estado natural.
En que sientas que sos parte de algo.
Bueno o malo. Lindo o feo. En eso.”


Cuando una verdad es mas verdadera que otra y la excusa de lo normal, lo cotidiano, lo usual, parece ser lo más creíble entre un grupo selecto de personas, tienden a saber una mentira. Tienden a creer que lo saben todo. Una persona, un objeto o algún elemento de la cabeza cambia según la historia que quieras contar y la vara con la que lo señales. A mil kilómetros de distancia un remolino puede no llegar a ser uno. Una casa puede llegar a ser una house. Una mentira puede ser una verdad. Algo terriblemente malo puede no serlo tanto. Mientras pienses que tu verdad es mejor (o más sana) que la de otros, les vas a destruir una parte. Creando momentos perfectos, inventando las cosas de otra manera, viendo como los demás creen pensar, veo lo difícil que es seguir con todo. Convenciendo a la gente que mis ideas son las de ellos, mutando cada vez que aparece otra persona, metiendo en mi cabeza la idea de las muchas culturas dispares, empieza un momento de debilidad en la espera de la fuerza. Un momento en que la duda no puede tener lugar. Donde un mendigo sabe más que un intelectual. Donde lo malo es bueno y lo rojo violeta. Mientras una mirada pase por ahí, mientras el hombre siga sin creer que pueden mutarse, mientras las culturas no dejen de sorprenderme, mientras las uniones de culturas signifiquen una destrucción, voy a saber que no puedo hacerlo.


Crepito.

Con el corazón en su lugar

“A veces las palabras son algo más que nada,
Si lo intentas hazlo de verdad”
Hilario Camacho.

Hago como que no entiendo y parece que no estás conmigo. Miro tus ojos y veo que lo estas pensando. Su humedad va creciendo, quien sabe el por qué. El roce de un cuerpo que no está cerca. Y, cada vez más lejos, espera una respuesta. Como pensativo voy caminando hasta allá mientras miro para los costados anhelando tu encuentro. Nunca supe cual sería el momento justo para desviarme de mi camino. Lo pienso todos los días. Lo invento cada noche. Cada mañana es una nueva esperanza. Cada palabra que cuento es más difícil de repetir. Por un momento me creo con suerte. Con el correr del tiempo pensaba en que debía cambiar de camino. Elegir mirar el sol. Pensar con las palabras de otro. Creer lo que tus ojos dicen. Parado en el lugar de nunca es cierto. Sin creerlo pienso en las cosas que no diría. Sin pensarlo creo las cosas que no puedo decir. Hoy me doy cuenta que mirar al sol enceguece. Y sin embargo no dejo de fijar mi vista.

Crepito.

Adivinando costumbres

“Aunque tenga las patas cortas, muchas veces gana.

¿o será que pierde con el tiempo?”


Una honda necesidad de buenos sentimientos y perdones. Un libro que ayuda a no enojarse. En un lugar donde la guerra gana terreno. Con el perdón de nuestro lado. Un espacio lleno unido a otro a medio vencer. Siempre lo mismo. Aprendiendo a vivir en una carta. Creyendo que se puede cambiar algo con una frase. Inventando una historia a contrapelo. Lavando tejidos importantes. Mirando al otro con ojos divinos. Cegando almas desde un lugar muy cómodo. De a diez personas a la vez. Una historia de alguien que cree ayudar. Una victoria de la mala suerte en tus ojos. Una fogata de creencias contrapuestas. Un sueño visto desde hace mas de dos mil años. Cuando las cosas no eran cosas. Cuando la vida era distinta. (Siempre) Una cruz colgada en una oreja. Mientras la cruz no era lo mismo. Un reloj que marca que estás cerca. Un fuego convertido en agua. Un camino a seguir marcado por hormigas. Una pendiente en bajada. La suerte de un hombre que recién acaba de llegar. La victoria del fuego sobre el agua. Leyendo por la mitad algo escrito en el aire. Él, que lo puede leer. Comprendiendo las cosas de otra manera. Él, que lo ve desde otros ojos. Desde el lugar del miedo. Él, y solo él, piensa que la bondad siempre es buena consejera.

Crepito.

Y nunca dejaste de ser dios

“No les interesa la verdad.
Solo quieren impresionar con fuegos de artificio”
Mao Tse Tung.

En eso radica tu estado natural. En que sientas que sos parte de algo. Bueno o malo. Lindo o feo. En eso. Lo que no extraño es tu forma de mostrarte. Tu manera de no ser infalible. Tus pasos por ese lugar donde todo es caos. Tu mirada dentro de la nada misma. Tus encuentros con la muerte. Que creas que nada cambia. Que pienses que el pasado es historia simple. Que se puede repetir la historia. Que no sientas que todo es nuevo. Que pienses que lo nuevo no sirve. Un dios no es el mismo que el de antes. Un momento que no es repetido. Solo en su esencia. Una persona no dice que se pueda repetir. Un infierno no puede ser más blando que la palabra. Una palabra debe ser más fuerte que un infierno. Una bomba dicha en cualquier lugar. Llegando solo al extremo. Pensando en que las cosas pueden lograrse. Creyendo que somos solo unos pocos. Mirando a la gente con los ojos de dios. Organizándonos desde un punto vulnerable. Expulsando a los que creen que no se puede. Sin pensar en qué se necesita. Con el reloj en medio de los ojos. Con la mirada en otro lado. Con la crítica a otra parte. Con la frase justa en el momento justo. Con la suerte de nuestro lado. Con la suavidad que nos caracteriza. Estancados en lamentos y derrotas. Mirando hacia atrás y repitiendo sucesos. Llantos y risas de por medio. Un auto que no para de cargar. Un rifle que tarda en funcionar. Un gol sin sentimiento. Un destello con dolor. Una bengala que dice muchas cosas. Una ley de causa y efecto. Un traje de arlequín en la otra esquina. Y la consciente esperanza de que no todo se repita.



Crepito.

Rodríguez Peña 1385

Mi mamá, Victoria, arquitecta ella. Mi papá, Ernesto, constructor. Veía que me iba formando de a poquito. Nueve meses estuve en formación. En ese lapso de tiempo muchas manos, muchos ojos y muchas opiniones pasaron por sobre mí. Cuando nací, a mis padres no los vi mucho. Creo que un par de veces más. Pero en seguida conocí a unos amigos. Era una familia. El padre se llamaba Antonio, la madre, que creo que yo la adopte como la mía también, Lucia. Tenían un hijo, Fabricio. Nos criamos juntos. El tenía muchos juguetes pero yo no los usaba, no podía. Pero lo miraba jugar y me divertía mucho. La pasábamos bien. Todavía recuerdo el triciclo, los autitos caseros, la pelota, la rueda de un auto colgada del árbol –que funcionaba como hamaca-, ¡cuántos recuerdos!
Fabricio traía otros amigos, jugaban a la escondida, a la mancha, al futbol… pero el juego que más me gustaba era cuando hacían casitas. Me hacia acordar a mi papá y a mi mamá. Un día, Antonio, hizo una casita en el patio para Fabricio y sus amigos. Yo sentía que era como una hermana, hasta le puse un nombre, Florencia. Cuando Florencia me pregunto el mío caí en la cuenta que no lo sabía. En mi frente tenía una mancha de nacimiento que parecían letras y decían Rosas. ¡Qué imaginación tengo! Asique supuse que ese era mi nombre. El tiempo fue pasando y Fabricio y yo fuimos creciendo, Florencia solo charlaba conmigo porque Fabricio y sus amigos ya no querían jugar con ella. ¡Qué callejero era! Solo venia cuando tenía que comer o dormir.
Después de unos meses que Fabricio consiguió trabajo, ni siquiera venia a dormir, pasaba a visitarme de vez en cuando pero muy poquito.
Un día me desperté y me di cuenta de que Antonio y Lucia no estaban. Unos días antes escuchaba algo de que la casa era muy grande para ellos y que querían mudarse. No entendí mucho que quería decir todo eso. ¿Qué querrá decir mudarse?.
Al poco tiempo me presentaron otra familia. Fue raro porque el que me la presento yo no lo conocía. Esta familia no era como la de Antonio, Lucia y Fabricio. El hijo no jugaba a la escondida o a la mancha. El único juguete que tenía era, como él le llamaba, una computadora. A mí me aburría un poco porque estaba todo el día sentado y verlo no me provocaba risa.
Parece que cuando hablaban de mudarse estaban hablando en código porque siempre era cuando me dejaban sola. Así pasó con varias familias. La mayoría venían con esas computadoras que ahora las llamaban pesés. Algunas, muy de vez en cuando, invitaban mucha gente y ponían música y bailaban. Esos días eran divertidos pero siempre extrañaba a Fabricio.
Hoy cumplo dos ciento cincuenta años, estoy muy viejita, dicen, muy arrugada y se me cae el pelo. Hace mucho que no hay familias para compartir cosas. A mis padres no los vi más. Al lado mío tengo dos amigas que recién nacen. Me sorprendí mucho cuando me dijeron que su papá y su mamá eran arquitectos también.

Crepito

Su vil suavidad

“Siempre miramos la puesta de sol desde afuera”

Christian Gordillo

Me decís que no te gusta. Me miras a los ojos. Me gritas adentro. Y veo tu color enfurecido por el odio. Veo lo que no quiero entender que pasa. Veo tu llanto en las sombras. Veo pero no miro. Una mesa en medio de la sala. Dentro de la mesa un agujero. Dentro, vacio. Una manopla llena de piedra. Un grito que nadie escucha. Un puente hacia ningún lado nuevo. Una botella casi vacía. Varias botellas con aire. Algodón. Agua oxigenada. Una ducha de agua caliente. Una toalla en el suelo. Ni el jabón puede limpiar las heridas. Ni la suerte de saber que te vas. Ni la mentira en la cara de otros. Ni un moretón que no cabe en ningún lugar. Ni siquiera en el vacio de la mesa. En la suerte de una ausencia. En la historia que se repite. Antes o después de esto. Después, una lagrima, un abrazo, una mentira. Cariño sobre el llanto. Llanto sobre la risa. Sobre la otra mesa, una luz. Sobre la cama, mis hombros. Se apaga la luz y, sobre mis hombros… vos.

Crepito.

¿Quién dice que…?

¿Entonces preferís un futuro obvio, que conoces

de memoria y que no te queda otra que vivirlo?

Liniers.

No sirve para nada. Frase que dice muchas cosas. Oídos sordos no dejan de mirar. El encuentro no dice que sea fácil. Ni siquiera que no mientan. Las risas nunca dejan de ganar. Frente a una mentira nada vale. Dos miradas que no se juntan. Dos modelos que ni se miran. Cuando el odio mueve pensamientos. Cuando el miedo promueve el odio. Mientras ese odio no deje ver el cuento. Tanto éste como el amor nunca suelen ser objetivos. Mientras te cierres en mentiras. Es posible que no encuentres la verdad. Cuando mirar al piso es más placentero. Cuando tener bigote dice tal cosa. Mirando para arriba solo se ven las luces. Mirando a lo lejos se ve la historia. Pudiendo saber lo que va a pasar. Como si un destino estuviese escrito. Como si la vida fuese tal cosa. Devorando las ganas de pelear. Fotos, frases y arreglos que dicen que no se puede. Como si la verdad fuese una sola. Como si lo que siento no fuera tan fuerte. Como si una persona fuese perfecta. Como si no se conformaran con nada. Cuando el odio aparece, la destrucción parece costar menos. Cuando el odio aparece, parece cerrarse algo. Mientras más hablas, menos objetividad se ve. Si aparecen mentiras uno no puede desmentirlas. Demostrar una verdad en las cosas que no entiendo nunca puede llegar a buen puerto. Demostrar que no me equivoco puede ser peligroso. Pero vale la pena intentarlo.

Crepito.

Espadas y paredes


Como si la inteligencia me dijera tal cosa. Saber mirar quiere decir eso. Me dicen que no entienden. Me dicen que están buenos. Me critican las razones. Me miran sin saberlo. A algunos ni siquiera les importa. Una frase hecha lo dice todo. Si alguien la dice todo el tiempo gana fuerza. Si son muchos los que consumen, más. Hablan de cerebros limpios. Hablan de saberlo todo. Hablan de una cosa que después critican. Dicen blanco para luego decir gris. Y las razones nunca terminan. Y las superficies siempre a la luz. Mas fuertes que las bases. Miran un costado que no es claro. Ese click que hace falta. Ese reverso que no entiendo. Siempre para criticar. Nuca paran. Nuca dejan de decirlo. Nunca conformes. Organizados nunca pueden vencerse. A veces sigue siendo mentira. Como si alguna verdad fuera suficiente. Genios que no quieren salir. Botellas encontradas en un rio. Sin ningún mensaje adentro. Solo de un papel en blanco, si querés, podes sacar una conclusión. Solo si la inteligencia te lo deja.

Crepito

Maderas

“No hay que ser como los chicos,

que no se conforman con que Pinocho, el muñeco de madera,

exista en un libro sino que piden que haya vivido en el mundo”

Adolfo Bioy Casares

El cuento que cuento no es un cuento. Uno pide que no lo sea. Mi historia no dice que no. Mil letras no juntan espacios. Mil latidos no quieren que suenes. ¿Cuántos hacen falta? ¿Cuál sería la razón para no completarlos? Esa cosa habla por sí sola. Ese rostro vale mucho más que mis palabras. Una varita puede no ser una vara. Un hada puede no ser mágica. Un muñeco de carne y hueso. Incompleto. Por la mitad. Una sonrisa le hace falta. Una mirada de mas y se hace. Un momento que pasa y siente rabia. No cualquiera. Mira y busca y no deja de mirar. Cuando encuentre se hará de carne y hueso otra vez. No quiere mentir porque se afea. No cree poder hacerlo. Las patas cortas le hacen mal. Lo que busca parece no existir. Lo que encuentra es que es tarde. Lo que dice parece no ser cierto. Su creador no opina. Los muñecos le aconsejan que no espere a su hada madrina. Le dicen que sí quiere. Le dicen que es bueno creerlo. Le dicen que está muy bien. Le dicen que es mejor que un humano. Mientras, el siente que un gesto, una mirada o un guiño y una vuelta de tuerca bastan para hacerlo funcionar. Y sólo no puede hacerlo.

Crepito.

Mi Pelicula

“Pongo estos seis versos en mi botella al mar
con el secreto designio de que algún día
llegue a una playa casi desierta
y un niño la encuentre y la destape
y en lugar de versos extraiga piedritas
y socorros y alertas y caracoles.”
Mario Benedetti

Un código no muy común. Una repetición de líneas y puntos. Una larga caminata por algún lado no muy obscuro. Un tocadiscos repitiendo siempre la misma canción, solo una parte. Cosas sin sentido pueden llegar a decir una. Frases hechas que no dicen nada. Frases sueltas para algunas mentes. Creando algo que no tiene fin. Buscando lo que no pudo ser. Aunque no me gusten. Aunque crea que no puede ser. Encontrando lo nuevo. Diciendo que no puede terminar así. Soñando con alguna cosa. Despertando en otro sueño. El sueño de alguien que ya vivió. Creyendo en que se puede lograr. Mirando en ese profundo agujero. Con la luz como enemiga. Sin llegar a comprenderlo tal como es. Avanzando hacia la nada. Creyendo que hablamos con ninguno. Pensando en que puede desaparecer. Intentando hablar con todos. Anti-personalizando la cosa. Convirtiéndonos en cosas. Inevitablemente. Una obra sin censura. Un film que no se entiende. Viendo el final tal vez me guste. Un papel con mucho valor para algunos. Y la valoración depende de uno… o de muchos.

Crepito.

Dioses duendes

La vida es una moneda quien la rebusca la tiene
ojo que hablo de monedas y no de gruesos billetes

Juan Carlos Baglietto

¿Cual es la historia? la historia de un duende que no supo ser un duende. Sin saberlo pudo saber. Mucho menos que otro. Cuando los otros creen que uno es dios es más fácil. Cuando los otros piensan, no llegan a nada. Mi historia siempre es la misma. Cuando hablo de mi no puedo. Si las cosas no están puede que yo explote. Mis cosas en desorden no le sirven a nadie, mucho menos a mí. Otra vez con el impulso de irme con ellos. Y las cuerdas nunca se cruzan. Creo en la gente que me extraña. Creo en la gente que no existe. ¿Cómo coordinar un pensamiento? ¿Cómo saber si un loco piensa igual que un cuerdo? Y mientras tanto las cosas pasan. Y uno no puede tener control. Creen que la vida pasa en una moneda. Creen que la vida pasa en una canción. Pero saben que las cosas siempre pasan de moda. Que lo que es hoy, mañana no existe. Que un cuento mal contado puede llegar a ser un cuento. Creen. Creo. Pero ¿Cómo saber si existo? ¿Cómo saber si mi alrededor es lo que es? Solo un gesto puede cambiar el rumbo. Solo una letra de más puede romper el silencio. Y el duende sabe que no es. Y el cuerdo piensa que no es loco. Y el loco dice que es cuerdo. Y, sin embargo, no dejan de crear la historia.

Crepito

Destino

Supuesta fuerza sobrenatural que guía
las vidas de los hombres de forma necesaria y, a menudo, fatal.
Wikipedia

Destino. Mirando hacia atrás capaz que exista. No como una línea a seguir sino como repetición de sucesos. Sucesos elementalmente tan trascendentales que uno no alcanza a descifrarlos. Tan imperceptibles que la mente humana no los puede controlar. Esta tan bien oculto que pensamos que son hechos distintos. La esencia debe ser la misma. Uno dice que está escrito. Otro, que no existe, que tenemos el poder de cambiar con solo elegir otra puerta. Otro, que es subconsciente. ¿Qué valor tendría si uno no puede cambiarlo? ¿Quién puede ser lo suficientemente más poderoso (o menos poderoso) que uno para elegir sobre su vida? ¿Qué parte de la historia estará tan terriblemente escrita que nadie sea capaz de cambiarla solo un poquito? Si alguna persona o cosa puede predecirlo, ¿tendrá el poder de cambiarlo? Y si lo tiene, ¿Qué es lo que predice? La impotencia de sentir que alguien me controla. ¿Quién será ese hijo de mil putas?

Si hay un desino debe ser así.

Crepito.
 
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