ALAMBRE O AL HAMBRE


A pocas semanas del “triunfo” (sólo los votó 3 de cada 10 mercedinos que votaron) electoral del 28 de junio, los concejales electos por Unión-Pro, no pierden el tiempo y ya han comenzado a mostrar la claridad con la que encararán las problemáticas sociales de nuestra ciudad. Consecuentes con el ideario que orienta esa alianza coyuntural, Juan Carlos Benítez (quien defeccionara del peronismo), Carlos Aristi y Ruth Muracca, presentaron ante la Secretaría del HCD un proyecto de ordenanza para que ese cuerpo de gobierno trate el DESALOJO de un predio ocupado por vecinos que carecen de vivienda propia.

Hace una semana presentaron un proyecto de ordenanza para que el predio ubicado en calles 26 y 61, junto al Barrio Marchetti, sea alambrado y puesto a salvo de la ocupación por parte de “familias carentes de recursos”. El mencionado terreno habría pertenecido a Compañía Eléctrica del Sur y luego a Agua y Energía de la Nación. Según se desprende del artículo publicado en el Semanario Protagonistas, textualmente los concejales electos manifiestan: “A la fecha (el predio) se encuentra en total estado de abandono, sin delimitación visible con el espacio público, observándose la reciente construcción de viviendas precarias sin planificar, hecho que conlleva a una rápida proliferación de las mismas, con el consiguiente problema que allí habitarán familias de escasos recursos sin posibilidad de tener abastecimiento de servicios sanitarios a la brevedad”

Una simple lectura de este pequeño párrafo nos indica que Unión Pro busca el desalojo de esas “viviendas precarias”, aunque el texto no lo mencione. Ante el temor de que proliferen las viviendas de familias pobres, la derecha vernácula prefiere alambrar y convertir estos terrenos en “lugares de recreación o deportes”. No ha de extrañarnos esta propuesta del PRO; es mucho más rentable para el Estado municipal invertir en una placita, que financiar un costoso proyecto para solucionar los problemas de vivienda que sufren los vecinos que se vieron forzados a la ocupación. Es más rápido y económico poner una hamaca, que garantizar uno de los derechos fundamentales que posee todo ser humano. Pero claro!, no es buen negocio! Cierto, para los defensores del neoliberalismo, que tanta miseria, hambre y muerte le ha costado al pueblo argentino, el Estado debe reducirse a su mínima expresión. Dejarle hacer al mercado: la vivienda no es un derecho, es un negocio. Si esas familias quieren una vivienda, pues tendrán que pagar por ellas, como el buen Dios (dinero) manda.

Pero tratemos de hacer otra lectura del artículo: “el consiguiente problema que allí habitarán familias de escasos recursos” Para Aristi y compañía el problema no es la falta de vivienda, es la presencia de familias pobres sobre la calle que conduce al exclusivo Aeroclub local y principal puerta a muchos campos de la zona de San Jacinto. El problema no es la desigualdad, la pobreza. El problema es que los pobres estén a la vista, a la vera del camino hacia las plantaciones de soja, que tornen triste el paisaje a los terratenientes de la Sociedad Rural.

Miente la derecha de Unión Pro al decir que esas viviendas carecerán de servicios. El predio ocupado tiene dos calles con iluminación pública, la 26 y la recientemente abierta 26 bis. También llega hasta allí la red de agua corriente. Mienten los futuros concejales al decir que todas las viviendas son precarias. Algunas son de material y están muy bien construidas.

Los que venimos trabajando desde hace años en el Centro Comunitario “Los Pampitas” conocemos la zona, conocemos el barrio, y conocemos la gente que allí vive. Gente de trabajo, que la pelea todos los días. Los pobres, como sostuviéramos en otras publicaciones, no son un peligro sino que están en peligro. Es público que la emergencia habitacional es un problema no menor de la ciudad y que requiere de políticas de Estado. La solución no pasa por cercar territorios para impedir el avance de la pobreza, el hambre no se detiene con alambres, se frena con trabajo digno, con un modelo económico inclusivo, redistributivo La solución pasa por agrandar el Estado, por una mayor redistribución de la riqueza, elevando la imposición de tributos a aquellos que vienen manteniendo rentabilidades extraordinarias y desmedidas.

 
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