Maderas

“No hay que ser como los chicos,

que no se conforman con que Pinocho, el muñeco de madera,

exista en un libro sino que piden que haya vivido en el mundo”

Adolfo Bioy Casares

El cuento que cuento no es un cuento. Uno pide que no lo sea. Mi historia no dice que no. Mil letras no juntan espacios. Mil latidos no quieren que suenes. ¿Cuántos hacen falta? ¿Cuál sería la razón para no completarlos? Esa cosa habla por sí sola. Ese rostro vale mucho más que mis palabras. Una varita puede no ser una vara. Un hada puede no ser mágica. Un muñeco de carne y hueso. Incompleto. Por la mitad. Una sonrisa le hace falta. Una mirada de mas y se hace. Un momento que pasa y siente rabia. No cualquiera. Mira y busca y no deja de mirar. Cuando encuentre se hará de carne y hueso otra vez. No quiere mentir porque se afea. No cree poder hacerlo. Las patas cortas le hacen mal. Lo que busca parece no existir. Lo que encuentra es que es tarde. Lo que dice parece no ser cierto. Su creador no opina. Los muñecos le aconsejan que no espere a su hada madrina. Le dicen que sí quiere. Le dicen que es bueno creerlo. Le dicen que está muy bien. Le dicen que es mejor que un humano. Mientras, el siente que un gesto, una mirada o un guiño y una vuelta de tuerca bastan para hacerlo funcionar. Y sólo no puede hacerlo.

Crepito.

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